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Tumor benigno y maligno de ovario

La incidencia de tumoraciones ováricas benignas en la población general oscila entre un 5 y un 7%. Ante su presencia siempre se plantea la disyuntiva entre benignidad y malignidad; a pesar de la baja frecuencia de estas últimas, su mal pronóstico y la ausencia de un diagnóstico precoz nos obliga a seguir una pauta de conducta diagnóstica específica para descartarlas. El riesgo relativo de malignidad y el porcentaje de benignos/malignos está condicionado por diversos factores, siendo la edad uno de los más importantes.

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Los tumores de ovario no cancerosos (benignos) por lo general crecen con lentitud y rara vez se vuelven malignos. Entre los más frecuentes se encuentran los siguientes:

  • Teratoma benigno quístico (quiste dermoide): este tipo de tumor suele desarrollarse a partir de las tres capas de tejido del embrión (denominadas capas de células germinales). Todos los órganos se forman a partir de estos tejidos. Por tanto, los teratomas pueden contener tejidos de otras estructuras, como nervios, glándulas y piel.

  • Miomas: estos tumores son masas sólidas compuestas por tejido conjuntivo (los tejidos que mantienen las estructuras unidas). Los miomas son de crecimiento lento y miden unos 7 cm de diámetro. Suelen aparecer en un solo lado.

  • Cistoadenomas: estos quistes llenos de líquido se desarrollan en la superficie del ovario y contienen parte del tejido de las glándulas ováricas.

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©2022 por Dra. María Mireles Banda 

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